“La Vida es una cajita de sorpresas…” fue el tenue sonido que logró
escaparse de la boca del cansado hombre. Este, con un movimiento tan natural
como respirar, arrojó su pluma hacía su
escritorio con un gesto de impotencia y desesperación.
Su cabeza, tan caótica como el
estudio donde se encontraba, no lograba concentrarse en la más simple idea, convirtiendo
el servir una taza de café fuese una tarea casi imposible. Con un pocillo a
medio llenar en su mano comenzó a deambular por la habitación, buscando entre
todos los papeles, libros y demás imágenes que previamente había desechado en
búsqueda de alguna gota de inspiración que no lo hubiese agotado ya, sin
embargo, todo era inútil en este punto, ni siquiera la parte más demente de su
ser le brindaba pista alguna de donde empezar la búsqueda por aquella musa juguetona.
Encontró una pila de libros donde
aparecían las hermosas costas griegas, los viñedos franceses y los imponentes
monumentos italianos, estas lograron que el hombre recordara las vacaciones que
nunca ha tenido, recorriendo calles que no existen, en búsqueda de aquella
iglesia que nunca se construyó o del platillo que nunca nadie ha cocinado. Este
fugaz “recuerdo” fue interrumpido súbitamente cuando nuestro desesperado personaje
se dio cuenta de que su pluma se había roto, y que la tinta que en ella quedaba
comenzaba a amenazar las hojas restantes en su escritorio con ennegrecer los
garabatos que en ellas residían.
El hombre corrió con premura,
casi como alguien que intenta escapar a la muerte, buscando recoger el charco
de tinta pero, al darse cuenta que no tenía nada con que limpiar, no tuvo más
remedio que usar su camiseta para evitar la temprana muerte de sus ideas.
-Suficiente
confusión tiene estas pobres hojas conmigo como para dejar que la tinta
oscurezca más su cuerpo.- Pensaba para sus adentros mientras se aseguraba de no
dejar rastro alguno del accidente.
Habiendo recogido la mayoría de
la tinta, nuestro personaje se disponía a votar todas las partes de su pluma, mientras
buscaba una excusa plausible para su novia quien se la había regalado. Sin
embargo, su mente se fue alejando de esta idea e inmediatamente entro en un
serio estado de reflexión, quieto como un cadáver observaba las diferentes
partes y lograba las más extrañas conexiones con cualquier sutil detalle,
llegando al extremo de considerar ese objeto como la llave a su espacio en el
Nirvana.
-¿Acaso
eres tu quien arroja todas las ideas que quedan en el papel? ¿Seré yo la
herramienta? Si ese fuera el caso, las piezas metálicas son tus huesos y la
tinta tu sangre, mientras nosotros solo somos un motor para lograr plasmar sus
intricadas ideas en la piel del papel- Decía el hombre en voz alta y exaltada,
como si todo esto fuese obvio y el uno de los pocos que lo comprendían- Pero
las ramificaciones de esto serían impresionantes, gran parte de nuestra
realidad se vería afectada, ¿Es acaso posible que personas como Shakespeare,
Lloyd Wright o Darwin hayan sido literalmente grandes plumas?
Arrojando rápidamente los pedazos
de su pluma a la caneca, tomo su cara con ambas manos, intentando borrar esos
últimos pensamientos de su cabeza para no sentirse como un demente, pero seguía
moviendo sus manos desesperadamente por su cabeza como si simplemente bastara
con empujarlos afuera.
Ahora el parecía como una sombra
que se movía en el espacio, divagando en el a la espera de una señal mientras
todo se tornarse más oscuro.
-
Definitivamente la vida es una situación increíble- Se dijo mientras tomaba un
segundo aire para continuar su monologo- No entiendo como no lo había
comprendido antes, oh! Que estúpido me siento en este momento… Todos nosotros
no somos más que pequeñas plumas y todas nuestras acciones son las palabras con
las que vamos rayando las grandes hojas del destino.
Todo parecía claro y cierto, él
nunca había estado tan seguro de nada ni tan dichoso de haber perdido los
estribos de su cordura.
-Cada
paso, cada respiro incluso, son parte de una letra o una gran oración, armando
entre todo aquello que somos y que en nuestra inocencia (por no hablar de
ignorancia) asumimos que nos llega por sentado. También sería cierto entonces
que cada vez que conocemos a alguien es simplemente un cruce entre dos textos,
las cuales se dan matices nuevos y crean frases sublimes o caóticas.
Su reflexión fue interrumpida por
una sensación, una muy extraña sensación, la cual variaba desde un leve y suave
cosquilleo hasta un fuerte pinchazo que demandaba su atención. Con asombro, se
dio cuenta que no había recogido todo el charco de tinta, y que ahora las
ultimas gotas se habían transformado en un pequeño ser, era amorfo en un
principio pero podía moverse y transformarse fácilmente para mantener su
atención.
Acercando su mano hacía este
extraño ser intentaba descubrir de donde había salido o si era un elaborado
constructo de su imaginación, pero no pudo conseguir más información de sus
ojos ya que el ser de tinta se había insertado en el.
Asustado comenzó a
frotar su mano contra la camiseta, esperando que la tela lo absorbiese todo,
sin embargo era inútil, la mancha crecía a medida que la frotaba, moviéndose
por sus venas y sus tejidos; su ser estaba sufriendo necrosis por tinta. La
mano, miembro que ya no le pertenecía, jalo el brazo hacía una y escribió “Sabes demasiado, es el momento de
borrarte”.
Recurriendo a la
única solución que se le ocurrió en medio del horror que le produjo la frase,
tomo un bisturí que estaba en su escritorio y corto su mano. Para aumentar su
sorpresa, el cortar uno de sus miembros no requirió del más mínimo esfuerzo,
todos los tejidos y huesos habían desaparecido; ahora el miembro era solo
tinta.
La mano cayó sobre
un cúmulo de libros, a los cuales vertiginosamente robo su tinta, aumentando su
tamaño, lo cual, le permitió moverse más rápido entre los diferentes montones
de bocetos y hacer el mismo proceso. Mientras esto ocurría el hombre grito
pidiendo ayuda, sin embargo todo era inútil, un silencio digno de una cripta
rodeaba el ambiente y apagaba la fuerza del grito, también se percato de como
una bruma negra parecía envolver el ambiente, esto llevó al hombre a aceptar
una desgraciada situación; el ya no estaba en la realidad.
Saltando
precipitadamente buscó los trozos de su maltrecha pluma, e intento afanosamente
ensamblarlos, asumiendo que la punta y la parte del tanque serían la poderosa arma
para capturar a este extraño ser.
Incapaz de armarlo
por la falta de una de sus manos y el temblor general de su cuerpo, volteo a
mirar hacia la habitación en búsqueda de ese ser, pero aquello que lo esperaba
fue tremendo, la mancha había consumido gran parte de los libros, bocetos y
demás elementos que habían en el estudio y había sufrido otra mutación,
convirtiéndose en una versión en 3d del Modulor. Esta silueta que había
transformado el mundo, planteando las supuestas proporciones perfectas, estaba
parado en frente de el con una sonrisa maliciosa, enmarcada en dientes y labios
que no existían.
Con cada paso que
daba se hacía más grande e incluso parecía que podía absorber los pocos colores
que quedaban en el cuarto para aumentar su ser.
El hombre,
resignado a su inminente desaparición, uso la punta de la pluma para cortar su
dedo y usar la sangre como tinta para escribir la verdad que ante sus ojos se
había revelado en todo el transcurso de la noche. Preocupado por guardar todo
escribió a una velocidad supra humana, aunando ideas que solo en su cabeza eran
lógicas, no obstante el consideraba importantes para destapar los ojos de todo
aquel que leyera sus ultimas palabras.
Pronto la sombra
estuvo encima de él, extendiendo su mano y tocando la sombra del hombre,
comenzó a movilizar la tinta dentro de él; en ese punto ya todo era historia.
En pocos segundos el hombre había desaparecido en el color negro de la tinta, y
se confundía con la gran mancha de tinta.
A la mañana
siguiente la novia del hombre bajo, esperando encontrarlo dormido en el estudio
o parado en la cocina haciendo café como era costumbre, no obstante la mujer
quedo desconcertada cuando entro al estudio y encontró todas las repisas
venidas abajo, todas las hojas en blanco, un charco de tinta negra al lado de
la mesa de dibujo y una hoja llena de garabatos donde solo se entendía la
frase:
“Sus ojos son de un negro más profundo que la noche, su color y sus
intenciones son tan oscuras como la tinta”